Esta entrada trata sobre el viaje que
hice con el instituto a París, la ciudad del amor.
Primero me gustaría decir que este
viaje ha sido fascinante. He tenido muchas experiencias y además he
podido hablar bastante fluido el francés, que era una meta a la que
quería llegar.
La primera impresión que me dió
cuando me baje del avión fue “ Madre mía, que frío” y con esta
frase en boca llegué hasta mi último día en París. La temperatura
alli era distinta a la temperatura que solemos tener aquí a
principios de Abril, pero a mi no me importaba demasiado, ya que soy
una amante del frío y del invierno.
Visitamos una gran cantidad de sitios
famosos, y de los cuales no te puedes ir de París sin verlos.
Es más, con todo lo que vimos, incluso
nos quedaron lugares por ver. Por lo que en esta entrada iré
comentando los lugares que más me llamaron la atención o que más
me gustaron.
El primer día llovió, pero no en
abundancia, mas bien una cantidad pequeña, no muy fuerte.
Estuvimos en una de las calles más
caras del mundo y nuestra profesora Ana , nos compró un bombóm de
chocolate a cada uno, en una de las tiendas más caras del mundo.
Este día en especial, fue del que más cansada me quedé, ya que
había solo dormido tres horas.
Otro lugar que me impresionó fue el
Louvre. Es tan enorme que creo que en un día no le daría tiempo a
nadie para poder verlo con tranquilidad. Nada más entrar olía a
cuadro, nunca vi tanta cantidad de cuadros importantes juntos. Mis
preferidos fueron los tres cuadros de Da vinci y la Mona Lisa. Aunque
la Mona Lisa me costó bastante poder verla de cerca en primera fila
ya que delante de ella había miles de asiáticos echando fotos.
La Catedral de Notre-Dame es preciosa.
Cuando vas subiendo por sus escaleras de caracol, de repente te
encuentras con cristaleras donde se reflejan distintos momentos
religiosos. Lo más impresionante es que parecía que estaba todo
lleno de colores distintos, pero si te fijabas siempre eran tres o
cuatro colores que se repetían mucho, pero con tonalidades
distintas.
Por otra parte, tenía muchas ganas de
ver la Opera Garnier. Antes de viajar a París vi muchas fotos de la
Opera y me enamoré de su estructura. Aluciné con la sala de
espectáculos y las escaleras enormes que te llevaban hasta ella.
Todo parecía un gran castillo de película.
Por último y no menos importante, la
Torre Eiffel. Si pudiera plasmar aquí mi cara cuando la vi de cerca,
creo que todos entenderíais mi emoción e ilusión por tenerla tan
cerca, y es más, poder subir hasta su punto mas alto. Aunque
desgraciadamente ese día hacia algo de viento y se empezó a mover
un poco, por lo que acabe algo mareada cuando salí de la Torre
Eiffel.
Las vistas desde arriba eran
alucinantes, te enamorabas más de París al verlo todo brillando y
parpadeando. Fue una experiencia inolvidable.
A parte de todos los monumentos que
vimos, he de decir, que las calles de París están llenas de amor.
A donde mirase había alguna pareja cogida de la mano. Uno de los
días, nos encontramos por la calle a un hombre debajo de un arco en
la entrada de un parque tocando un arpa. Me quedé impresionada de lo
bien que la tocaba, nunca había visto un arpa en persona y menos que
alguien la tocara, esta vez vi una y fue en París. Fue precioso.
Por último, no puedo terminar este
mini resumen sin mencionar a mi preciado río Sena. Uno de los
lugares que con más ansias tenía de visitar. Sinceramente, volví
más enamorada de lo que estaba de el río Sena. Y más todavía de
sus inumerables puentes y paseos, donde tranquilamente te podías
perder sin pensamiento alguno.
Terminando con el Sena, mi entrada va
acabando.
Espero que aquellos que os guste París
, os animéis a visitarlo en cuanto podáis, no os arrepentiréis.
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